—¿Qué demonios está pasando aquí? ¿Me voy a dar una vuelta y con qué me
encuentro a mi regreso? Con el vecino en paños menores en medio de la sala, Savannah —espeté mientras gritaba
por todo el pasillo rumbo al baño para limpiarme la nariz que me sangraba
después del golpazo que había recibido.
—No fue mi culpa, Sisar. Tú no
estabas y tuve que llamarlo porque había un monstruo enorme en mi habitación.
—Abrió la puerta de pronto y gritó a mi espalda mientras escuchaba su pie
golpear el piso.
—¿Eres una were-carpato y le tienes miedo a un bicho? Deja de poner
pretextos, que bien que te estuve observando todo el tiempo que ese estuvo
aquí. Te lo comías con los ojos, así que no creo que lo hayas llamado para que
sea tu héroe en brillante armadura.
—Piensa lo que quieras. Era una araña enorme y peluda. —Savy se agitó como
si le dieras escalofríos. Ella mataba a sus perseguidores pero no mataba
arañas, así era mi hermanita.
Tomé una toalla, la empapé con agua fría y eché la cabeza hacia atrás para
controlar la hemorragia. No era abundante y, al ser una were, ya estaba casi
inexistente, pero tenía que volver a calmarme porque estaba a punto de matar a
una carpato en los próximos minutos.
—Savy, es mejor que vayas a encerrarte en tu habitación mientras tengo
algunas cosas que hacer —le dije mientras aventaba la toalla en el cesto de la
ropa sucia y me encaminaba a mi dormitorio.
—¿De nuevo vas a salir? —Se plantó frente a mí con esa mirada de gatito de
Shrek, pero tenía que buscar algo en que distraerme, de preferencia algunos
golpes. Ojalá estuvieran incluidos, mis emociones estaban en ebullición y
cualquier cosa podría ocurrir si me quedaba encerrada.
-Sí, voy a salir. Voy a revisar el área y no me esperes levantada. —Cerré
la puerta y esperé mientras escuchaba los sonidos de la casa.
Mi hermana se fue con un ligero portazo a su propia habitación.
Me frustraba pelear con ella, creo que no habíamos discutido tanto desde
que conocimos a nuestro vecino. Pero el verlo en ropa interior en la sala, algo se agitó en mi interior y no podía
expresar en palabras todo lo que me ocurría.
Me acerqué a mi cómoda y abrí uno de los cajones. Me pondría mi pantalón
favorito, era perfecto para la ocasión, de cuero negro, totalmente entallados
como una segunda piel, y perfectos para pelear en caso de problemas. Ahora a
salir velozmente para no toparme con más infortunios esta noche, por lo menos
no en mi departamento. Coloqué unas dagas en la parte baja de mis pantalones,
era lo más sencillo de transportar y que no se notara en la ropa tan ajustada
que llevaba. Nunca salía sin un arma en mi cuerpo, no me podía fiar de lo que
podría encontrar.
Esperaba poder embotar toda esa ola de sentimientos en mi interior,
necesitaba unas copas y algo de acción, en cualquier forma que se presentara,
aunque vertical era la que más esperaba.
Me acerqué a la puerta de Savy, pero no pude escuchar nada. Tal vez se
había dormido o estaría leyendo alguno de esos libros que tanto le gustaban.
Giré y me fui a la salida. Mi cuerpo comenzaba a vibrar de emoción, encontraría
algo rápido para divertirme, no lo sabía, pero estaba dispuesta a todo.
Bajé casi corriendo las escaleras, no podía esperar al elevador. Al salir,
respiré profundamente el rancio aroma de la ciudad de Londres. Cuanta historia
y podredumbre no ocultaba cada piedra y edificio de esta ciudad. Me encaminé
hacia mi objetivo, un bar no lejos de nuestro departamento. Casi corría por la
calle cuando aquella voz me hizo saltar un latido de mi corazón.