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10 de febrero de 2014

La were y el nefi (Kramer)


Las había ayudado a combatir a ese grupo de cazadores, les había hecho ahorrar un dineral en el supermercado, había matado a la estúpida araña microscópica, y aún así solo recibía desprecio y más desprecio de parte de esas dos mujeres. ¿Qué es lo que pretendían? Además de enviarme al patíbulo sin siquiera saberlo, porque ahora los cazadores (al menos un grupo de ellos) ya estaban al tanto de mi presencia aquí y de la existencia de ellas. Tenía que encontrar a alguno y leerlo para descubrir qué tanto sabían ellos, cuánto habían informado a los demás y qué planes futuros tramaban. Si los Vidal se enteraban de que yo estaba aquí, mis días estaban contados.
Problema tras problema, eso era lo que me topaba desde mi llegada a esta maldita ciudad.
—Bien, manos a la obra —me dije después de tomar mi anhelada ducha (interrumpida por mi cordial vecina), y me vestí rápidamente para salir a por cigarrillos y algo de comer, y con eso último me refiero a algún cazador a quién sacarle información antes de cenarlo.
Sin embargo, mis planes se vieron truncados cuando al salir del edificio vi en la otra calle a Bell ,caminando sola a pasos apresurados. ¿Adónde se dirigiría mi simpática were-vecina a estas horas de la noche? ¿Y por qué no estaba con Savannah? Hasta donde sabía, no dejaba sola a su querida hermanita mucho tiempo.
La calle estaba desierta, así que aceleré como guepardo para aparecerme a su lado y decirle con una de mis sonrisas idiotas:
Hallo, Schöne.
Ella dio un respingo veloz, casi como un relámpago, y sujetó mi cuello con fuerza por puro acto reflejo.

23 de enero de 2014

Noche doble de crema y whisky... (Savy)

Cuando supe que Bell ya no estaba en el piso, corrí hacia el cuarto de baño. Me daría una ducha y saldría a recorrer la ciudad. ¿Ella pensaba que me quedaría encerrada? Seguramente antes lo hubiera hecho, pero no iba a suceder esa noche. Y es que no sabía la razón, empero desde nuestra llegada a Londres, me sentía prisionera en todos lados. Era como si, en cada lugar que pisaba, me introducía en una jaula. Nunca me había pasado. En ningún lugar, ni en ningún momento. Sin embargo, estaba segura que mi lado were-panther era que el gruñía por ser libre, el que arañaba mi alma pidiendo escapar. Lo que también sabía era que si Bell regresaba y no me encontraba, me echaría la bronca.
A la mierdamurmuré. Si ella sale, yo también.
Así que, sin darle más vueltas al asunto, me dispuse a llevar a cabo mis planes de una noche para exclusiva para olvidar. No habría Cazadores, Traidores, ni nada. Seríamos mi libertad y yo.

8 de junio de 2013

En busca de... (Bell)



—¿Qué demonios está pasando aquí? ¿Me voy a dar una vuelta y con qué me encuentro a mi regreso? Con el vecino en paños menores en medio de la sala, Savannah —espeté mientras gritaba por todo el pasillo rumbo al baño para limpiarme la nariz que me sangraba después del golpazo que había recibido.
—No fue mi culpa, Sisar. Tú no estabas y tuve que llamarlo porque había un monstruo enorme en mi habitación. —Abrió la puerta de pronto y gritó a mi espalda mientras escuchaba su pie golpear el piso.
—¿Eres una were-carpato y le tienes miedo a un bicho? Deja de poner pretextos, que bien que te estuve observando todo el tiempo que ese estuvo aquí. Te lo comías con los ojos, así que no creo que lo hayas llamado para que sea tu héroe en brillante armadura.
—Piensa lo que quieras. Era una araña enorme y peluda. —Savy se agitó como si le dieras escalofríos. Ella mataba a sus perseguidores pero no mataba arañas, así era mi hermanita.
Tomé una toalla, la empapé con agua fría y eché la cabeza hacia atrás para controlar la hemorragia. No era abundante y, al ser una were, ya estaba casi inexistente, pero tenía que volver a calmarme porque estaba a punto de matar a una carpato en los próximos minutos.
—Savy, es mejor que vayas a encerrarte en tu habitación mientras tengo algunas cosas que hacer —le dije mientras aventaba la toalla en el cesto de la ropa sucia y me encaminaba a mi dormitorio.
—¿De nuevo vas a salir? —Se plantó frente a mí con esa mirada de gatito de Shrek, pero tenía que buscar algo en que distraerme, de preferencia algunos golpes. Ojalá estuvieran incluidos, mis emociones estaban en ebullición y cualquier cosa podría ocurrir si me quedaba encerrada.
-Sí, voy a salir. Voy a revisar el área y no me esperes levantada. —Cerré la puerta y esperé mientras escuchaba los sonidos de la casa.
Mi hermana se fue con un ligero portazo a su propia habitación.
Me frustraba pelear con ella, creo que no habíamos discutido tanto desde que conocimos a nuestro vecino. Pero el verlo en ropa interior en la sala, algo se agitó en mi interior y no podía expresar en palabras todo lo que me ocurría.
Me acerqué a mi cómoda y abrí uno de los cajones. Me pondría mi pantalón favorito, era perfecto para la ocasión, de cuero negro, totalmente entallados como una segunda piel, y perfectos para pelear en caso de problemas. Ahora a salir velozmente para no toparme con más infortunios esta noche, por lo menos no en mi departamento. Coloqué unas dagas en la parte baja de mis pantalones, era lo más sencillo de transportar y que no se notara en la ropa tan ajustada que llevaba. Nunca salía sin un arma en mi cuerpo, no me podía fiar de lo que podría encontrar.
Esperaba poder embotar toda esa ola de sentimientos en mi interior, necesitaba unas copas y algo de acción, en cualquier forma que se presentara, aunque vertical era la que más esperaba.
Me acerqué a la puerta de Savy, pero no pude escuchar nada. Tal vez se había dormido o estaría leyendo alguno de esos libros que tanto le gustaban. Giré y me fui a la salida. Mi cuerpo comenzaba a vibrar de emoción, encontraría algo rápido para divertirme, no lo sabía, pero estaba dispuesta a todo.
Bajé casi corriendo las escaleras, no podía esperar al elevador. Al salir, respiré profundamente el rancio aroma de la ciudad de Londres. Cuanta historia y podredumbre no ocultaba cada piedra y edificio de esta ciudad. Me encaminé hacia mi objetivo, un bar no lejos de nuestro departamento. Casi corría por la calle cuando aquella voz me hizo saltar un latido de mi corazón.

8 de mayo de 2013

Aracnofobia (o cómo hacer enojar a una were) (Kramer)



“Al fin en paz”, me dije mientras abría la ducha para que el calor del agua comenzara a calentar el cuarto de baño. Necesitaba un baño con suma urgencia. No sólo me dolía todo el puto cuerpo, sino que también apestaba.
Me quité mi camiseta rota, los jeans manchados y busqué la rasuradora que había comprado el otro día. Mi barba de dos días ya parecía de una semana después de dormir un día entero en el sofá de mis vecinas. Un segundo después advertí que me había olvidado de comprar también espuma de afeitar, así que tendría que improvisar con el jabón.
Lo único que deseaba esa noche era afeitarme, bañarme y sentarme tranquilo a escribir el maldito informe para los Grigori de una puñetera vez. ¿Tenía que decirles lo de Bell y Savannah? No estaba seguro. Hasta no saber más de ellas, no podía exponerlas de ese modo.
A decir verdad, las quería sólo para mí. Lo mejor sería escribir un informe sobre ellas para mi uso personal. Tenía que ganarme su confianza y en las últimas veinticuatro horas había avanzado bastante en ese terreno. Bueno, ellas me habían salvado la vida a mí, ¿no? Cuando yo intenté salvarlas a ellas y los papeles se invirtieron por culpa de una jodida bala de sal. 
Bonita cicatriz la que obtuve. Aunque tengo que admitir que Bell hizo un muy buen trabajo al curarme.