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8 de mayo de 2013

Aracnofobia (o cómo hacer enojar a una were) (Kramer)



“Al fin en paz”, me dije mientras abría la ducha para que el calor del agua comenzara a calentar el cuarto de baño. Necesitaba un baño con suma urgencia. No sólo me dolía todo el puto cuerpo, sino que también apestaba.
Me quité mi camiseta rota, los jeans manchados y busqué la rasuradora que había comprado el otro día. Mi barba de dos días ya parecía de una semana después de dormir un día entero en el sofá de mis vecinas. Un segundo después advertí que me había olvidado de comprar también espuma de afeitar, así que tendría que improvisar con el jabón.
Lo único que deseaba esa noche era afeitarme, bañarme y sentarme tranquilo a escribir el maldito informe para los Grigori de una puñetera vez. ¿Tenía que decirles lo de Bell y Savannah? No estaba seguro. Hasta no saber más de ellas, no podía exponerlas de ese modo.
A decir verdad, las quería sólo para mí. Lo mejor sería escribir un informe sobre ellas para mi uso personal. Tenía que ganarme su confianza y en las últimas veinticuatro horas había avanzado bastante en ese terreno. Bueno, ellas me habían salvado la vida a mí, ¿no? Cuando yo intenté salvarlas a ellas y los papeles se invirtieron por culpa de una jodida bala de sal. 
Bonita cicatriz la que obtuve. Aunque tengo que admitir que Bell hizo un muy buen trabajo al curarme.  

2 de mayo de 2013

La grande y peluda... (Savy)



¿Qué le pasaba a Bell? ¿Cómo era posible que aceptara la compañía de ese cerdo arrogante? ¡No podía entenderlo! Ni quería tampoco.
Bufé molesta y me tiré en el sofá, donde momentos antes él había estado, mientras escuchaba correr el agua de la ducha. Estaba segura de que no era buena idea acercarse a Kramer. ¿Por qué mi hermana no podía comprenderme? Suspiré y seguidamente tragué saliva sintiéndome sedienta. Y es que mi garganta pedía a gritos volver a probar su sangre. ¿La razón? No lo sabía y eso me causaba mucho miedo. Nunca me había sucedido algo parecido. ¿Sería a causa de que era un Demonio? ¿Podía ser? Tenía que consultarlo con Bell quisiera o no.
—Saldré a caminar un rato.
La voz de mi sisar me trajo fuera de mis pensamientos. Pestañeé como saliendo de un trance y me puse de pie rápidamente.
—¿Saldrás? ¿Ahora? —pregunté algo inquieta.
—Sí. —Se masajeó las sienes—. Necesito despejarme un poco.
—Es que… —Me acerqué a ella despacio—. Necesito hablar contigo.
Alzó su mano y la colocó delante de mi como una pared. Fruncí el ceño. Por favor que no fuera…
—Me duele la cabeza. Quiero espacio.
Genial. El "quiero espacio" significaba una sola cosa, como esos mensajes de contestador telefónico. "Ahora no puedo atenderte, llama más tarde. Gracias". Aunque en el caso de mi sisar sería algo como "No jodas o te pateo el trasero. Intenta más tarde".