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Kramer

Es jodido hablar de uno mismo, pero creo que una presentación es necesaria.
Bien, soy lo que llaman un “nefi” (nefilim), un semi-demonio, y desde que me manifesté, mi sangre se volvió negra y maldita, obligándome a convivir con mi doble naturaleza humana-demoníaca.
Mi comida favorita es la pizza y la carne (humana), me gusta la buena música, el tabaco y la sangre. Mis aficiones incluyen escribir y falsificar pinturas; mis obsesiones, el arte en general y las mujeres difíciles.
No soy inmortal, pero sí muy longevo gracias a que durante siglos tuve una excelente alimentación a base de energía y corazones humanos. Cuento con una habilidad llamada psicometría que me permite ver detalles sobre el pasado y el presente de las personas al tocarlas. También con un gran poder de persuasión, así como una destacable fuerza, agilidad, velocidad y un rapidísima recuperación física. Como buen demonio, puedo percibir las emociones ajenas y provocar otras (soy todo un manipulador nato, sí), para alimentarme de la energía que desprenden. Y cuando mi instinto despierta, mis ojos se oscurecen, mis dientes se afilan, mis manos parecen garras y mi estómago pide sangre a gritos.
Hay otros como yo, pero ya no quedamos mucho. La propia Naturaleza y las interminables luchas contra cazadores diezmaron nuestra población. Por eso se firmó una tregua luego de la “Masacre de Cazadores”, en la que yo participé, ganándome una condena interminable que me obliga a hacer trabajos comunitarios como el que estoy haciendo ahora. Al parecer, la tregua está en crisis y por eso fui enviado a Londres a investigar qué se traen los cazadores entre manos.
Los nefis siempre fuimos una especie muy paranoica, lo admito, pero es que hemos sido perseguidos y asesinados sin piedad y sin diferenciar entre buenos o malos. Muchos murieron injustamente, otros se lo merecían, incluyéndome a mí, pero obtuve la libertad condicional y ahora soy un jodido esclavo de Los Grigori (o "Gestapo nefi", como prefiero llamarlos). Se supone que ellos velan por la convivencia pacífica y el bienestar de todos (humanos, nefis, brujos, cazadores o lo que sea), pero tengo mis dudas.
Ya perdí la cuenta de todos los estúpidos trabajos que me encomendaron, todas las veces que tuve que fingir mi propia muerte y de todos los nombres falsos que he utilizado. Ni siquiera recuerdo mi nombre cristiano. Adopté éste hace muchos siglos, luego de comerme el corazón de ese maldito inquisidor y cazador homónimo. Fue mi primer acto antropófago, fomentado por mi mentor; claro que en aquel entonces la antropofagia no estaba prohibida. Ahora es un crimen, pero como dicen por ahí, “si no hay pruebas, no hay delito", y mi especialidad es deshacer evidencias. Eso me ha sacado de muchos apuros y espero que lo siga haciendo, sobre todo aquí en Londres.
Por cierto, tengo un punto débil como todos, pero no voy a revelarlo aquí.