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12 de febrero de 2013

Las diez libras (Savy)


Lo habíamos traído a nuestro apartamento y yo aún no podía creerlo. Estaba como en trance procesando todo lo que había sucedido en los últimos minutos mientras mis ojos seguían puestos en él sin poder apartarse. Me tenía como hipnotizada. Algo de él me atraía de una manera desconocida y extraña. No tenía la menor idea de qué era, pero sabía que no era bueno, sino todo lo contrario.
Aspiré hondo para tranquilizarme y retrocedí varios pasos alejándome del sofá, donde nuestro vecino, el cerdo arrogante, se encontraba prácticamente muriéndose.
-Sisar, deja de verlo como una tonta enamorada preocupada -musitó entonces Bell saliendo del cuarto del baño con vendas y demás cosas del botiquín.
-No lo estoy mirando así -protesté con una mueca de disgusto.
-Sí, claro... -Bell se acercó a él y se arrodilló a su lado dejando las cosas en el suelo-. Ven, ayúdame a quitarle esta ropa para limpiarle la herida y sacar la bala.
-¿Por qué lo debemos curar nosotras? -inquirí.
No quería sentirme cercana a él más de lo que ya me sentía, porque me ponía nerviosa, muy nerviosa... Porque esa rara atracción que sentía me gustaba a pesar de que no era algo bueno para mí. Sentía que mi cuerpo reaccionaba y mi corazón bombeaba acelerado. Sin embargo, mi cabeza me gritaba que debía alejarme. Que debía sacarlo de allí de inmediato.
-Porque es nuestro vecino y, a pesar de todo, quiso ayudarnos -contestó.
-Mucha ayuda no fue -murmuré.
-Da igual. -Tomó las tijeras y rasgó la tela del hombro-. Hay que curarlo.
-Déjalo en su apartamento, seguramente despertará y se curará. -Me senté en la mesita ratona y observé cómo Bell limpiaba la sangre., esa sangre negra que resbalaba por su piel como un elixir que me llamaba.
Tragué saliva y aparté los ojos. Esa sangre no debía atraerme así... Era prácticamente idéntica a la de los vampiros de mi raza. Lo cual no era. ¿Entonces?
-No, quiero saber la verdad sobre él. -Se puso de pie y recogió todo lo que había usado para luego encaminarse hacia la cocina-. Voy por algo para quitarle la bala, prepara las vendas.
Yo no quería acercarme a él y Bell parecía dispuesta a hacer todo lo contrario. Bufé molesta y me arrodillé a su lado. La herida, a pesar de estar limpia, seguía sangrando. Me relamí los labios y mis instintos pudieron más que yo. Pasé un dedo por su sangre y lo llevé a mi boca para saborear. ¡Dios! Era... deliciosa, un poco salada, pero deliciosa. ¿Por qué estaría salada? ¡Oh! ¡Sí! El tipo aquel le había dicho "traga sal" o algo así cuando le disparó. Alcé una ceja y me lo quedé mirando más fijamente que antes. ¿La sal era su punto débil?
-¿Qué eres? -interrogué como si él fuera a escucharme mientras mi dedo índice volvía a pasar por la sangre que salía de la herida-. Quiero saberlo y al mismo tiempo no.
-Savy, él se está muriendo, ¿y tú apresuras su muerte?
La voz de Bell me hizo pegar un saltito y giré a mirarla.
-¿Qué? No, yo solo... -Me puse de pie rápidamente y me alejé.
-No lo niegues, te he pillado.
-Solo le echaba una probadita... -expliqué-. No me regañes.
-Ni que fuera un dulce de esos que te comes a escondidas. -Bell ya estaba intentando sacar la bala con sus propias manos.
-¿No había un bisturí o algo? -pregunté con asco.
-No. -Y estoy segura que casi soltó una risa.
Me quedé allí como tonta mirando como mi Sisar extraía la bala y la dejaba sobre la mesa. Tomé la pequeña bala entre mis manos y la observé. Aún estaba cubierta de su sangre.
-¿Se pueden hacer balas de sal?
-¿Qué? ¿De qué hablas? -Bell terminaba de vendarlo y se giró a verme para tener su respuesta. Yo simplemente negué con la cabeza. Primero averiguaría que era nuestro extraño vecino antes de comentarle de la sal-. No ha reaccionado, no creo que viva.
-Yo creo que sí -respondí automáticamente-. ¿Diez libras?
-Hecho -contestó y se puso de pie para luego encaminarse hacia el cuarto de baño-. Voy a tomar una ducha, estoy cansada y sucia.
-Él también apesta -comenté.
-Se debe estar pudriendo.
-¡¿Qué?! -exclamé sobresaltada y la risa de Bell llegó a mi-. ¡Sisar! -protesté-. ¡No es gracioso!
-Bueno, bueno... -Ella me hablaba desde la otra habitación conteniendo su risa-. Vigílalo por si se despierta. No vaya a ser que piense que aún está luchando y comience a romper todo.
Y justo en ese momento, él gimió y se removió levemente algo agitado. Abrí mis ojos sobresaltada, retrocedí y giré sobre mis pies para ir tras mi hermana.
-¡Bell! -llamé en un grito-. ¡Trae las sogas por las dudas!
 Escuché su carcajada y reprimí un gruñido de total frustración. Mi sisar parecía estar disfrutando de la situación para molestarme. Lo miré fijamente todo el tiempo en que Bell estuvo tomando su ducha para luego ocupar el baño. Tenía que relajar los músculos e intentar olvidar el exquisito sabor de su sangre. Mi garganta ardía de solo pensar en ella y eso, definitivamente, no era algo bueno.

Esa noche no dormí casi nada pensando en él… ¿Me estaría volviendo loca? Quizás. Después de todo lo que habíamos tenido que pasar con mí sisar, había llegado el momento en que la locura cubriera mi mente.
No sabía cuánto tiempo llevaba allí, pero otra vez estaba sentada mirándolo fijamente. Aunque en esa ocasión intentaba no reír. Bell lo había atado de una manera que parecía, justamente, un cerdito listo para ser cocinado. Solté una risa baja imaginándolo con una de esas rojas manzanas de la mesa en la boca y… ¡Genial! Exclamé en mis pensamientos mientras tomaba una de las manzanas y me disponía ir por la cámara de fotos.
-¿Aún nada?,-preguntó Bell apareciendo en ese momento y encaminándose hacia el refri.
¡Suertudo! ¡Se había salvado de las fotos!
-No... -contesté y mordí la manzana-. Ya casi un día que duerme.
-Si no despierta para esta noche, lo dejaré tirado en su departamento. -Ella apareció con un pote de su helado de cereza en la mano.
Mi respuesta fue un simple "mh" mientras mis ojos seguían en él.
-Lee un libro, Sisar -murmuró Bell encaminándose de nuevo a la habitación-. Y deja de pensar tanto.
Asentí en silencio sin saber si me había visto o no y me puse de pie. Ella tenía razón, debía distraerme y no pensar mucho. Solo debía esperar a que Kramer despertara y estuviera dispuesto a responder algunas de nuestras dudas. Porque... despertaría, ¿verdad?
Suspiré, me incliné una vez más y golpeé su frente con el dedo índice.
-Más vale que estés vivo, porque aposté diez libras por ti, cerdo arrogante.
Y sin más, fui en busca de alguna novela que me hiciera perder el paso del tiempo.


7 personas no pudieron evitar espiarnos y decir::

Unknown dijo...

Yo no se si estoy muy rápida para leer o hacen capis muy cortos ¬¬
Mas vale que el próximo sea mas largo (ando mandona muajaja)

Savy esta que le pone una pajilla en la herida y se lo toma como bebida jajajajaj
y... uuuuuuuiiii a Savy le gusta el nefi ajjajajajaj (lo siento, creo que necesito dormir jajajaj)

Continúen :D

H. Kramer dijo...

Leny, vete a la cama.

Unknown dijo...

Y por que???
¬¬ no pienso! te aguantas mi estado hiperquinetico a falta de horas de sueño jajajaj

Bell Skade dijo...

No son cortooos son muuyyy largos jajajaja

Unknown dijo...

Largos para quien???
Quiero maaas! muajaja

Yajaira Pérez :) dijo...

woooo!!!! estubo algo corto...pero no importa, es algo y no me quejare! 10 libras, haber si Kramer despierta....
quiero maaaass!!!

saludos!

Laune Finster dijo...

ajajj que genial¡¡¡ Kramer si no te despiertas moriras desangrado por savy jajajajajajajjajjaj Estas vecinas tuyas son peligrosas ajajjaa

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