Aún podía sentir en mi mandíbula el puñetazo que mi nueva vecina Bell me
había clavado tras llamarme “pervertido”. ¡“Pervertido” no es la palabra para alguien
que apenas husmea un escote! No es mi culpa que ella llevara esa camiseta, ni
mucho menos que tuviera ese cuerpazo... Ufff… Pero lo que más me jodió fue que
no pude leer nada en ella, ¡NADA! Fue como estar ante un telón negro y apenas
oir una voz lejana, como un eco, repitiendo algunas palabras aisladas que ahora
no logro recordar porque su fuerte golpe (o su pronunciado escote) me
desconcentró totalmente.
Mis vecinas se sumaban a mi lista de objetivos. Tenía que investigarlas.
Por un segundo, mi naturaleza nefi paranoica se alzó para decirme que tal vez
los Grigori habían enviado a esas sexies criaturas para vigilarme a mí. ¿Pero
qué eran? ¿Una nueva raza de híbridos? Imposible, yo debería saberlo, ¿no? A
menos que…
–¿Me estaré volviendo viejo? –pensé en voz alta, algo que preferí no
responderme.
Fui a la cocina en busca de algo de beber y no hallé más que 2
botellas vacías.
Lo malo de instalarse en un nuevo sitio (además de conocer a los
vecinos) es tener que llenar el refrigerador y la alacena, entre otras cosas, y
lo que yo más necesitaba en ese momento era un par de cervezas, así que me eché
una carrera hasta el supermercado que había a unas pocas calles del piso.
¿Ya dije que odio ir al supermercado? Me enferma, sobre todo esos
estúpidos carritos. Prefiero cargar todo en mis dos manos que pasearme
arrastrando uno de esos tontos carros de metal incómodos de maniobrar. Hay
personas que tienen un rechazo injustificado hacia los paraguas y prefieren
mojarse bajo la lluvia que llevar uno, ¿cierto? Bueno, yo odio los carros de
supermercado.
—Savy, ¿no son muchos? —decía
Bell mirando a su compañera, que tenía medio cuerpo dentro del enorme freezer
de los helados.
“Savy”, ese es el nombre de la morena, la cual no recuerdo haberse
presentado ante mí cuando fui a saludarlas. Será un diminutivo de… Sabrina, Sabine,
Savannah… ¡Eso, Savannah! Creo que fue lo único que pude leer en Bell cuando
toqué su mano, escuché ese nombre, ahora lo recuerdo.
“Savannah, ¿huh? Es nombre de actriz porno”, pensé
e incliné un poco la cabeza para tener mejor perspectiva de su lindo culo moviéndose
mientras buscaba los helados.
—¡Mira! ¡Hay de cereza!
—exclamó.
—¡Pon cuatro de esos! —dijo Bell
al instante, olvidando la cantidad de potes que ya había en el carro.
No pude evitar reir ante su
comportamiento de niñas en una dulcería y por un momento pensé en intentar un
nuevo acercamiento y saludarlas, pero mi instinto me dijo que esperara.
El supermercado estaba repleto de gente y quería largarme
rápido de allí. Al llegar a las cajas, vi las largas filas que me esperaban.
Si hay algo que detesto más que la fila de los bancos, es la fila de los
supermercados, y sólo por un par de cervezas. Como era de esperar, la fila que
elegí era la más lenta. ¡Es la puta Ley de Murphy! Al parecer un cliente molesto
era el causante de que todos comenzaran a impacientarse y refunfuñar.
“Bien”, me dije a mí mismo, “hora de desplegar mis habilidades y de
recordar lo maravilloso de ser un nefi con mucho potencial y poco tiempo”.
Me acerqué a la caja y descubrí no uno sino dos clientas discutiendo
con la cajera, y no eran nada más y nada menos que mis “adorables vecinas”,
Bell y Savannah. Su carro de compras estaba que desbordaba y, según lo que
escuché, no les alcanzaba el dinero y se veían obligadas a dejar cosas a un
lado, incluyendo decenas de potes de Häagen–Dazs.
Bell cargaba en su rostro con un evidente fastidio mientras Savannah tenía
los ojos vidriosos, apunto de romper en llanto como un niño al que le niegan
una golosina.
–Lo siento, Savy, pero no traje dinero suficiente. Los compraremos
después –le dijo Bell mientras vaciaba el carro.
Me abrí paso entre la gente para alcanzar a la cajera y me incliné
hacia ella.
–Disculpe, pero creo que hay un error –le dije.
Tanto ella como mis “adorables vecinas” me miraron sorprendidas, y si
la expresión de Bell ya era de fastidio, ahora era de furia.
–Las señoritas tienen un descuento del… noventa por ciento en toda la
compra –continué al ver el elevado número en la registradora: ¡cuatrocientas libras!,
y estaba seguro de que más de la mitad era por culpa de esos helados.
–¿Q-qué? –balbuceó la cajera sin pestañar, presa de mi mirada.
–Hay un cero de más. Deberías rectificarlo, ¿no crees? –agregué a su oído,
pero ella no reaccionaba. No necesité hacer contacto directo para percibir el desprecio
que sentía por su trabajo y eso iba a jugar a mi favor–. Vamos, preciosa –le
susurré muy despacio–, ¿qué es para este maldito supermercado un par de libras
menos? Con lo mucho que te explotan, haciéndote trabajar horas extras...
Deberías vengarte y esta sería una buena forma de empezar. –Le guiñé un ojo y allí ella sonrió
malvadamente y obedeció como una estúpida autómata.
Algunos humanos son tan fácilmente influenciables que me aburren.
Claro que luego se lo descontarán de su salario, pero no me importó
una mierda.
Bell entrecerró los ojos, destilando una mezcla de confusión y
suspicacia que, a decir verdad, le quedaba muy bien. Vio el radiante número cuarenta
en la registradora y sacó el dinero para pagar sin decir una palabra.
–Oh… Entonces, ¿podremos llevarnos los helados? –murmuró Savy con una
sonrisa que le ocupó todo el rostro.
Yo le guiñé un ojo y ella me miró emocionada, pero lo ocultó en cuanto
Bell la descubrió sonriéndome. Guardaron todo velozmente en bolsas y yo me
admiré de la fuerza que tenían para cargar semejante botín.
–Vámonos –dijo Bell. Luego me lanzó una mirada sospechosa y se marcharon.
Ingrata. Con un simple “gracias” habría bastado.
Salí tras ellas, sin pagar mis cosas (mi descuento fue del 100%) y las
alcancé en la entrada del edificio. Enseguida la morena me miró con ojos
encantados y una amplia sonrisa. Tuve la sensación de que estaba a punto de
brincar de la emoción mientras me decía:
–Muchas gracias por la ayuda. No sabía que se podía hacer algo así.
Me pregunté a qué se referiría con “algo así”, qué pensaba que había
hecho, pero preferí hacerme el idiota y devolverle la sonrisa que tener que dar
explicaciones.
–No hay de qué, somos vecinos –dije y luego miré a la pelirroja, que
parecía querer asesinarme–. ¿Cierto?
–No sé qué rayos fue lo que hiciste y no me importa –me ladró–. Sólo
mantente lejos de nosotras.
¿Por qué se comportaba tan aprensiva conmigo? Después de todo, le
había conseguido un muy considerable descuento. Pero claro, acaba de descubrir
que había algo extraño e inhumano en mí.
–Vámonos, Savannah –añadió y entró al elevador junto a Savy.
Enseguida presionó el botón para cerrar las puertas e impedirme entrar
con ellas. En esos escasos segundos antes de que las puertas se sellaran, mi
ceja se arqueó y no pude evitar echarle una sonrisa ladeada. La vi alzar
orgullosamente la cabeza, sin quitarme los ojos de encima, hasta que el elevador
se las llevó.
No había miedo en ella, al contrario. No temía retarme y eso me
parecía de lo más llamativo.
Si quería saber más acerca de ellas, iba a tener que seguirlas muy de
cerca.
28 personas no pudieron evitar espiarnos y decir::
Al fin!!!!!!!!!
Mas vale que ya tengan listo lo próximo y no me vengan con eso de que no se puede publicar muy seguido....
Exijo actualización prontoooooooooooo!
Me gusto :D
ajajjajajjajaajaj genial¡¡
prontito, prontito jajajajaj
Mas les vale
jojojo El nefi es un dulcin!! *-*
A qué viene eso de "dulcín"?
...
Eres un dulcín sívamet, eres adorable aunque lo niegues! *.*
Claro que lo soy, ya te lo dije! Por eso las chicas me adoran, jeje.
Alto ahí! nadie pago las regalías por el uso del nombre!
María Fernanda, pagas o nada de dulcin aquí ¬¬
Dulcin, dulcin, dulcin, dulcin, dulcin...
Bastaaaaa! ya les mandare la factura por el uso indiscriminado del nombre!!!
Bueno, ya, basta! No lo digan tanto que lo van a gastar! jaja.
Leny, cóbrales las regalías y dame mi parte!
Ahhhhhh Nefi malvado, no defender más al Nefi >:@
Ustedes dos (Savy y Bell) mucho "dulcín dulcín"... pero lo tienen más abandonado a "dulcín" que perro en vacaciones.
Mentira -.- yo ya apareci y estoy trabajando jum.
Mujajajjaja!
Les dije, pagan y lo usan (el nombre no al nefi)
No quieroooooo!!!!!
Uff, que porfiadas si no es tanto y ademas... aun me deben por hacer de niñera (lallalala)
Pero si ni lo hiciste bien jum.
o.o te tenemos abandonado?? Te recuerdo quien me dejó botada con el caramelo y las ganas??? ¬¬ Por si no lo recuerdes te hago memoria! FUISTE TU!!!!!
y no pago nada!! muestrame el numero de registro!! e.e jajajaj
mientras tanto Dulcin, dulcin, dulcin, dulcin y más dulcin... *.*
Yo no te dejé botada, Savy, fue la puta conexión!!!
Y sí, me tienen abandonado.
Punto.
¡Mentira! No te tenemos abandonado! Tu nos tienes abandonadas a nosotras!! ¬¬
Punto final.
¡Y si me dejaste botada! ¬¬
Y que es esto de:
Modificado por el nefi Todopoderoso... muajajaja, o sea yo, Kramer.
jajajajajajajajajajaja
Es lo que dice.
¿Quién modificó la plantilla? Yo, el nefi Todopoderoso, amo y señor de HTML ;)
¿Recién lo notas?
Jajajajajajaja...
Que no lo hice bien!
Esta vivo, y no fue secuestrado por nadie! hice un excelente trabajo ¬¬
ejem ejem...
este... yo pasaba a preguntar....
Para cuando????
jajajaj
Un poco repetitivo los dialogos. Pero en general me gusta bastante. Como acabo de empezar a leer hoy, procurare no comentar hasta llegar al ultimo.
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