¿Qué le pasaba a Bell? ¿Cómo era posible que aceptara la
compañía de ese cerdo arrogante? ¡No podía entenderlo! Ni quería tampoco.
Bufé
molesta y me tiré en el sofá, donde momentos antes él había estado, mientras
escuchaba correr el agua de la ducha. Estaba segura de que no era buena idea
acercarse a Kramer. ¿Por qué mi hermana no podía comprenderme? Suspiré y
seguidamente tragué saliva sintiéndome sedienta. Y es que mi garganta pedía a
gritos volver a probar su sangre. ¿La razón? No lo sabía y eso me causaba mucho
miedo. Nunca me había sucedido algo parecido. ¿Sería a causa de que era un
Demonio? ¿Podía ser? Tenía que consultarlo con Bell quisiera o no.
—Saldré a caminar un rato.
La voz de mi sisar me trajo fuera de mis pensamientos.
Pestañeé como saliendo de un trance y me puse de pie rápidamente.
—¿Saldrás? ¿Ahora? —pregunté algo inquieta.
—Sí. —Se masajeó las sienes—. Necesito despejarme un poco.
—Es que… —Me acerqué a ella despacio—. Necesito hablar
contigo.
Alzó su mano y la colocó delante de mi como una pared.
Fruncí el ceño. Por favor que no fuera…
—Me duele la cabeza. Quiero espacio.
Genial. El "quiero espacio" significaba una sola cosa, como
esos mensajes de contestador telefónico. "Ahora no puedo atenderte, llama más
tarde. Gracias". Aunque en el caso de mi sisar sería algo como "No jodas o te
pateo el trasero. Intenta más tarde".
Iba a replicar pero solo pude mover mis labios para cuando
ella salió del piso dejándome sola y con la palabra en la boca. Hice un mohin.
Sabía que me había comportado mal y que mi reacción no había sido muy lógica.
¡Pero necesitaba charlar con ella! Las enormes ganas que tenía de hincarle los
dientes a Kramer me asustaba.
—¡No! —grité como una loca en medio de la habitación.
¿Y si…? ¿Y si
la sangre de un demonio era como una droga? ¿Y si me había vuelto adicta a su
sangre? No quería ser una drogadicta demoniaca… ¡No! ¡No! Repetí en mi mente
una y mil veces mientras caminaba de un lado al otro por el living. Quizás
debía limpiar mi sistema bebiendo sangre de algún humano. ¿Podría funcionar? ¡O
intentarlo ingiriendo mucha azúcar o cafeína! Esas dos últimas opciones me
agradaban más. También estaba la opción de obligar al cerdo arrogante que
explicara los efectos colaterales de su sangre. Podría atarlo, amordazarlo… Si
lo amordazas, ¿cómo hablará? Susurró la pequeña vocecita en mi cabeza. Si, buen
punto. Nada de amordazar. Solo amarrar y torturar.
La verdad es que era mejor esperar a Bell y luego cavilar en las
deducciones o terminaría por explotarme la cabeza, así que tomé un pote de
helado y me encaminé a la habitación. Leería un poco y quizás con eso se
despejaría mi mente.
Me senté en medio de nuestra cama y me recosté en el
respaldo con libro en mano y el pote de helado a un costado. No obstante, no
había pasado la primer página cuando divisé, a los pies de la cama, como una
enorme y peluda araña se paseaba.
—Mierda… —espeté entre dientes mientras lanzaba el libro
sobre la mesita de luz y me ponía de pie con el pote de helado en mano—. Vete,
vete... —Moví las manos como loca pero la maldita desgraciada me ignoró y siguió
en su labor de pasearse, de lo más tranquila, sobre las sábanas—. ¡Vete! —repetí
con asco corriendo hacia la puerta.
La espié desde allí rogando que se largara o que por arte de
magia explotará en una nube de aire. Pero nada. La muy hija de… ¡Seguía ahí! ¡Y
cada vez se acercaba más a las almohadas!
—¡No te atrevas! —grité. Sin embargo, desapareció de mi vista
entre las sábanas negras—. ¡Genial! ¡Encima tienes complejos de camaleón!
¡Maldita, perra!
¿Cómo carajo iba a hacer para verla? ¡¿Dónde estaba Bell?!
¡Necesitaba ayuda con suma urgencia! ¿Y si llamaba al 911? ¿Había 911 en
Londres? ¡Mierda! ¡Odiaba las arañas! ¡Las odiaba con toda mi alma! Eran
peludas, asquerosas, negras…
—Oh… —murmuré recordando algo.
Negra como la sangre de Kramer.
—¡Kramer! —exclamé feliz—. ¡No! ¡Nunca!
No iba a pedirle ayuda a ese demonio de pacotilla con tintes
de cerdo arrogante. Ni loca. Jamás en toda mi existencia. Ni aunque mi vida
dependiera de ello. Ni aunque una enorme araña negra caminara sobre mi
almohada…
—¡Te odio! —le grité a la muy maldita mientras corría hacia la
entrada del piso en busca de Kramer.
Me iba a arrepentir. Estaba segura. Pero mientras él matara
o hiciera desaparecer a esa cosa con complejos de otro animal era suficiente.
6 personas no pudieron evitar espiarnos y decir::
¬¬
no pienso comentar hasta que terminen de agregar lo que falta
Antes de que empiecen las quejas de "Falta parte! Es muy corto!" y todo eso, les aviso que mi parte está lista para publicarse en pocos días.
Atte. El Nefi odioso
no me repitas lo mismooo!
interesante. Una araña =_=
Soy tan adorable *.* (talk to de hand jajajaja)
las arañas son horribles!!!!!!!!
bueno y si la parte del nefi esta lista... q le pasa q no publica a q espera el apocalipsis o que?
publica rápido o te abriré en canal...!
Publicar un comentario